miércoles, 24 de febrero de 2010

reflexiones en la alcoba

Estando las cosas como están, se aleja de la ventana y trata de olvidar sus pensamientos, pero se hace imposible escapar del laberinto de posibilidades reales e irreales ,aunque ya no pueda distinguirlo, luego de estar tanto tiempo vagando en las sombras de éste. Despierta, como si hubiese estado soñando despierto con los ojos abiertos, como si la vida fuese un sueño, para aterrizar en esa extraña realidad que a diario le acompaña... un vago recuerdo de un acorde único, una visión imaginaria de un futuro distante que inicia con una percepción diferente del pasado, un rezago de pensamientos materializados en opciones de vida, en cambios substanciales en la colectividad, pero... sin una respuesta, de sus inconscientes reflexiones sólo queda un lejano pensar, una incapacidad de expresar sus sentimientos y una mirada al vacío, como si allí hubiese siempre estado la respuesta y nadie lo notase...

Vuelve a asomarse a la ventana, ya que las formas que se dibujan ,o que dibuja en el techo, le impiden pensar con claridad (¡Ja!, como si alguna vez lo hubiese hecho); y ve a lo lejos el atardecer, con su naranja, casi rojo y finalmente rojo, antes de ser azul, característico, una vida desperdiciada en vanas reflexiones, en música olvidada y rimas perdidas, en libros prohibidos para mentes normales... y encuentra una extraña forma en el cielo, que le recuerda a Magritte, al falso espejo y piensa una vez más (pareciera que vivimos en una paradoja constante. Siempre vemos que los ojos nos muestran lo que somos, pero no quienes somos en realidad, pareciera que algo quisiera salir de allí, como si existiera aquello que llaman alma, como si estuviésemos condenados a mirar a los ojos y descubrir deseos reprimidos, realidades tristes de miradas soñadoras que anhelan la libertad, pero... por otra parte, nos es imposible pensar como Descartes, como si realmente fuésemos algo extra corpóreo, la vida es una paradoja constante, donde hacemos lo opuesto de lo que pensamos, oímos, vemos, tal vez la realidad nos engañe, o sea la imposibilidad de llegar más allá, de ser limitados...).

(Basta de pensar, es increíble que viva perdiendo mi vida en esto, como si alguna vez hubiese encontrado algo en ello. Además, ni siquiera puedo evitar que los recuerdos vuelvan a dejarme en sombras) Da un par de vueltas por su alcoba, mirando a Magritte y a Dalí, queriendo ser el hombre invisible dentro del falso espejo, ya que siempre le ha apasionado el surrealismo, anhelando la Insoportable Levedad del Ser, quieriendo ser liviano y salir volando, desaparecer en las estrellas que ahora alumbran la nube tóxica que se ciñe sobre la ciudad, tal como se presenta el panorama de su ventana; de su cuarto ubicado en ese lugar tan alejado del ruido (¡maldita sea!, necesito distraerme), dónde tiene una hermosa vista (a ella le gustaba esta vista, este lugar, pensó en mi cuando imaginó este lugar, le gustaba mirarme pensando y darme un beso en la boca para relajarme...) de la torre más alta de la ciudad, de la plaza de toros (la plaza... recuerdo el día en que la vi por primera vez, con sus marchas sobre derechos de los animales, recuerdo que me resistí a gritar contra la manifestación sólo por verla bien, por oir su voz...), de la luz de la ciudad, esa que tanto amó en sus momentos de alegría (la ciudad, los cafés, los bares, los conciertos, las universidades... las personas, todo entrelazado en un proyecto de vida, en deseos de vida intensa y tranquila reflexión, y... otra vez... la paradoja, vivimos en una paradoja, no somos diferentes de aquellos que esconden su provecho en las intenciones del pueblo, ni siquiera ella lo fue... ella... ¡ELLA!, ¿por qué todo tiene que ver con ella?) y regresa a su cama, mira en derredor y ve los cuadros, una vez más y siente la pasión del conocimiento de lo ignorado, de lo imcomprensible (el surrealismo... limítate a sentir, no hay un significado, aparentemente, pero... algo nos debe decir, quizá si estuviese aquí lo comprendería... ¿otra vez ella, por qué?), su pasión por lo oculto le recuerda la razón de los cuadros, lo único que cuelga de las paredes de su habitación en lo que se refiere a su gusto por la pintura: el hombre invisible cuelga en la pared que da hacia el oriente y el falso espejo cuelga en la pared que da hacia el sur, la puerta de entrada de ésta es por la misma pared del primero, y el cuadro se encuentra entre ésta y el closet de color madera, que se encuentra frente a la ventana, empotrado en la pared. El segundo, es la primera imagen que se ve, detrás de la cabecera de la cama, que hoy tiene un tendido de color azul. Sigue observando su alcoba, recordando, haciendo visibles los recuerdos que no hace mucho fuesen alegrías, cada objeto, una sensación: la guitarra pintada en la pared, su favorita, obra de ella, que le recuerda su llegada al hermoso lugar....

(Continuará)

No hay comentarios:

Publicar un comentario