jueves, 1 de marzo de 2012

Mi mirada se perdió, huyó tras el espejo de la entrada de aquella cárcel, ubicada en algún rincón del sitio más alejado de mi imaginación. Quedará tu imagen presa del suspenso, de la agonía de la ignorancia y sucumbirá frente a la angustiosa necesidad de ser sin estar y de estar, siendo menos que un recuerdo en una fantasía que no sucederá, entre mis cristalinos y las retinas... Allí aguardará hasta que deje de amar.

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