viernes, 13 de mayo de 2011

Ensueño

De pronto despertamos en un mundo de ensueño. Tu con el cabello pintado y los pies descalzos, yo con taquicardia y una sensación de cristales en la garganta. El día se mostró brillante, dorado al reflejo de los rayos de sol sobre las gotas de rocío que fueron cubriendo nuestros cuerpos, absorbiéndonos, convirtiéndonos en agua que recorre distancias interminables, en el río que no cambia su aguas. 

Recorrimos las montañas y los prados, ahora verdes, luego amarillos y finalmente nos encontramos en el desierto. Allí vimos dos cuerpos reposando sobre dunas, en tranquila quietud. Los rodeamos y notaste que sus labios eran de color morado. Murieron, pensaste; pero no notaste que allí estábamos los dos.

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