miércoles, 25 de julio de 2012

Guitarrista

Siento ganas de caer, pero mi mano se extiende para alcanzarme. Esos pensamientos obscuros que se apoderan de mí, se alejan, permanecen a una distancia razonable de mi fuerza vital, incapaces de atacar, de ir por lo que consideran suyo. Un juego de sombras y luces pelea por mi alma, cada segundo perdido es una victoria y una derrota para alguno de los bandos. Mis manos tiemblan firmemente y mi duda siente dudas.

Me encuentro en el limbo agresivo de la incertidumbre, no sé qué hacer conmigo, pero siento que debo continuar, dejar la cara de pánico y seguir tocando, equivocarme con una sonrisa inmensa en mi rostro, errar cada vez más fuerte, para golpearme con mayor dolor, para levantarme con la cara ensangrentada y seguir luchando, después de todo la vida es eso, la lucha constante con nosotros mismos y con los demás, con la percepción que nos importa de los demás, con eso con lo que creemos que cargamos.

Se rompe la primera cuerda, ya no siento el sudor frío que corre por mi frente, ya no hormiguean mis dedos sobre los trastes y a duras penas veo caer la gota de sangre de mi mejilla: la cuerda me hiere. Mis dedos siguen en su vaivén y mi mirada se pierde bajo las luces del escenario. Pienso en las tantas decepciones que he tenido, en los amores perdidos, en los solos fallados, las audiciones acompañadas de insultos, los acordes malogrados y mi pésima voz. Pero es preferible saber que piso el escenario con el público dándome la espalda que tocar con músicos mediocres, con un público inexistente. Prefiero ser el peor de la banda, el que sangra en el escenario y falla sus notas, que ser el mejor de los que se dicen hacen música.

Siento ganas de caer, pero allí los veo, el bajo, la batería, el piano, la voz y la guitarra me ayudan, me dan la fuerza para salir, para continuar con mi voz de tarro y mis notas malogradas sonriendo, cantando, fallando y recibiendo las botellas que me merezco. Recuerdo que también amé, que he amado con el alma y que por esa razón han habido días excelentes, días tristes, días amargos, pero también recuerdo que siempre han estado allí, siempre están los fans, mi familia, mis amigos y mi banda y que ellos siempre están allí en los días difíciles, que siempre me respaldan, que, como en este momento, me escudan de las botellas y los vidrios que caen sobre el escenario. Pero hay peleas que deben llevarse a cabo en soledad, así que intento el solo de nuevo y por fin suena, mi voz sale tan clara que alejo el micrófono y proyecto mi voz más allá de mis sueños, los convierto en realidad y todo termina. No volveremos a tocar allí y quizá en ninguna parte en algún tiempo, pero no importa, ellos están ahí, siempre están, me felicitan. Y yo recuerdo que siempre ha habido alguien que me dice eso y que es por ellos por quienes seguiré fallando solos y dando mi mejor esfuerzo, por quienes seguiré saliendo con nervios a la tarima y siendo lo que quiero ser, pero, más aún, lo seguiré haciendo por mí, a fin de cuentas yo escribiré mi historia.

1 comentario:

  1. Eso es...
    Así como algún día nos enfrentamos a la hoja en blanco, asumimos el riesgo y somos más fuertes que el miedo, de la misma manera se toma el lápiz y -como tu dices- se empieza a escribir una historia, la propia.

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