lunes, 12 de noviembre de 2012

El caminante


Yo
 Que he despertado en medio de la oscuridad
Tratando de encontrar una luz divina
Desesperando en la búsqueda
Del éxtasis absurdo
De la inmensidad.

Invocando la aurora
De este estúpido mundo,
He convertido mis instantes en casualidad,
Mis recuerdos en anhelos,
Mis lágrimas en sueños
Y mi vida en mil infiernos,
Esperando el fin de mi realidad.

Yo
Que vi la luna tornarse blanca
Caminando con las manos en los bolsillos
Por barrios solitarios
He visto con horror salir el sol
Con sus personas de mentes cerradas
Y sus rutinas de desayuno, almuerzo y cena,
De cerveza en las quincenas
E infidelidades aplaudidas
Con sus esposas
Trabajando como esclavas
Por mantener su posición
De madre respetable,
de hija virtuosa
y también de amante…
porque… ¿a quién engañan?
también las mienten las mujeres
también traicionan.

He pensado
que de nada vale salir al mundo
si la contradicción
es una ley que nadie acepta,
en la que uno a uno van cayendo
hasta los más modestos,
que, al final,
 son los más abyectos.

He sentido el peso de sus palabras
Como una lluvia de puñales
Ensangrentados de libertad y paz,
Como una balacera de mentiras
Disfrazadas de verdad,
Como un beso que de hiel.

Me he visto rechazado
Y defraudado en esta farsa
A la que llaman sociedad.

Cansado de jugar al hombre ideal
Al vecino perfecto
Al buen estudiante
Al chico apuesto
Y al atarbán,
He buscado una salida
Al temor de sobrevivir.

Es por eso
Sólo por eso
Que no pido, jamás, espera
Que no aspiro a una vida amena
Que no pretendo hacer la guerra
A ideales olvidados
A imaginarios desterrados,
Descalificados.
Es por eso,
Y sólo por eso
Que dejé un día de hablar
Y decidí caminar.

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