viernes, 13 de marzo de 2015

Hola y adiós.

Hola, de nuevo.

Parece que, otra vez, estamos frente a frente. No quisiera decir que te extraño, pero... al parecer no hay otra forma de expresarlo: me haces falta.

Podría decir que ha pasado una eternidad desde la última vez que nos vimos, aunque realmente no haya sido tanto tiempo: uno, dos años, quizás. Pero has cambiado, he cambiado y ya nada podrá regresarnos a lo que éramos, aunque nada nos permita dejar que ser lo que somos.

Llevaba tanto tiempo esperando una comunicación tuya, que he perdido la esperanza de tener algún contacto y por eso te escribo. El trabajo no permite algo más que salir a caminar, bajo obligación, por un par de calles, siempre iguales; la ciudad pierde su encanto cuando se reduce a pocas cuadras y un reparto que nunca cambia: trajes grises, caras serias, mentes de concreto. Haces tanta falta que ya no salen las palabras y este no es más que un impulso desesperado en una noche de insomnio. Pero tu ausencia y mi silencio sólo confirman que no regresarás, que tendré que buscar razones y trabajar con asiduidad y perseverancia... No puedo negar que tengo miedo y, empero, aquí estamos, frente a frente, ¡Inspiración!

Siento un inmenso miedo al cambio, pero creo que no hay otra forma de continuar. He de seguir mis pasos y dejarte ser libre, sin más. Debo hacer mi camino más allá de tus dictados, tus susurros escondidos tras las gotas que caían sobre mi ventana, las lágrimas deslizándose por mis mejillas y la frustración de ser quien soy.

Considera estas líneas como un adiós.


No hay comentarios:

Publicar un comentario