Utopía.
Regreso a la idolatría fantasmagórica
de tus ojos perdidos en otros ojos,
no los míos, no los del mundo;
los de un alguien que no será alguien,
alguien que sólo será, si algún día llega a ser.
Regreso a la tierra perdida del escape,
al tiempo de la sinrazón
y la ironía de ver
que no hay más por decir
y que no hay más por ver,
salvo lo esperado:
correr hacia la nada
esperando encontrarlo todo.
Regreso a la realidad,
de su ausencia, de su propia realidad
idealizada en instinto superfluo,
en arcaico sentimiento
de absurda tristeza,
de saber que no hay más,
si a eso se refiere.
De saber que todo sabe a mierda
y que no vale nada más soñar
ni decir.
Aún sentir es una farsa
para quien alguna vez pensó,
que salir sería la opción
para volver a estar ahí,
en el mundo de los sueños,
donde cada noche
dio a su amor un beso,
que jamás habrá de recibir.
Regreso.
Las parcas están sentadas,
están mirando,
pero no lo dejan ir.
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