viernes, 24 de julio de 2015

Recesos

Ahora que me fijo con atención, aquí hubo un receso. Escribo esta palabra por no poner una más cruel o no poner una expresión más indignante, como bloqueo de escritor (si cabe la expresión) o falta de inspiración. Fue poco más de un año en que este pequeño cúmulo de fantasías, de "experimentos de sentido sobre decisiones pasadas" tuvo la posibilidad de estar, sin más, a la deriva. ¿Razones?, quizás desinterés, probablemente miedo. Miedo al cambio, temor de mí.

Claro, son sólo sueños. Pero son sueños que, en algún momento, se presentaron como una realidad, como ucronías despistadas provenientes de un ideal. Fantasías de un Pigmalión perdido por su Galatea durante más de cinco años. Sentimientos traicionados sobre palabras e imágenes mostradas con el ánimo de gritar en silencio una verdad que entonces no era capaz de vislumbrar.

Sueños que, tras la caída de la estatua de su pedestal, perdieron su sentido, quebraron las manos del escultor que se esconde tras sus historias, del traicionado que no quiere regresar.

Fue algo más de un año de un pequeño mundo a la deriva, sin su creador, sin su capitán... Despúes, la decepción. Con octubre se fue una carta que marcó la decisión de no continuar, pero el temor de cerrar, como quien guarda la esperanza, la "obra" que logró crear. Una esperanza de un regreso que ya no sucederá, una bitácora de recuerdos de la estatua en su pedestal. Galatea en metamorfosis, demasiado humana para ser verdad: vicios y defectos, mentiras, traiciones, ansiedad. Galatea definitivamente humana, sin posibilidad de regresar.

Un año y un tanto de andar sin rumbo, obra y autor, tratando de recordar qué motiva a un escritor, cómo se escribe y... lo más difícil, cómo volver a empezar, después de haber perdido el rumbo.

Después, una dosis de realidad. Galatea prostituida, una historia más para olvidar. 

Ahora, para terminar, Perséfone vuelta sombras, un cadáver putrefacto que viene el invierno a dejar. Una nueva oportunidad, tras un largo tiempo deambulando en la propia obscuridad.

Quizás, también es bueno, a veces, descansar.

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