jueves, 3 de febrero de 2011

Historias de feria

Nos perdimos, yo en tus ojos, tu en los míos. Esperábamos que el día naciera con besos que iban desde la frente hasta los labios. tocábamos nuestras frentes y no parábamos de mirarnos, pero no sabíamos qué observábamos. El sol salía y con él todas las desgracias, mientras tu y yo ensayábamos ese juego de amarnos a montones, de sentir la euforia de ganas contenidas que se liberan en un solo instante. Sonreíste y dijiste que todo estaba bien. Nos olvidamos de las cosas que estaban alrededor, del mundo y del universo, sólo estábamos tu y yo, y el amor, también el amor que acababa de nacer. El brillo de tus ojos me produjo esa hermosa sensación de encontrar lo que nuca has de buscar, pero que te alegrará y te ayudará. Mis labios hicieron que tus pupilas se dilataran y tus brazos me rodearan, haciendo que mi cuerpo sintiera tu calor, tu sonrisa hizo que mi corazón se acelerara y te preocuparas, pero no pasaba nada, sólo algo de taquicardia. Tus besos, que ahora iban más abajo de mi cuello, hicieron que la respiración parara, lenta y placenteramente, haciendo que todos los músculos se contrajeran, que el mundo se desvaneciera, que todo oscureciera...

Luego desperté, estaba dormida bajo el árbol y fue un milagro que no me hubiese pasado nada. Las ferias continuaban y estaba sola, sola bajo la luz del poste que se filtraba por entre las ramas del guamo sembrado a las afueras del pueblo. Pensé que sólo era un sueño, pero estabas tu allí, tirándote a la otra...

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