domingo, 21 de noviembre de 2010

La Luna amarilla

Luna amarilla de noche bogotana, a ti elevo mi súplica de amargo llanto y odio, de rencor y furia que invaden mi cuerpo. Te pido, ¡oh astro!, que acompañes mi lloro y seques mis lágrimas de corazón roto, de alma despedazada. Te ruego me salves de mi gran abismo, de la caída libre a este martirio y que de penas libres al que por ti clama. Luna amarilla ilumina mis fuerzas y dótalas de energía inagotable para levantarme de ese precipicio en que me consumo en esta noche de invierno impestuoso.

De sus brazos la chispa salió y, en un último respiro, la sangre se apoderó del papel que, amarillo como la luna aquella noche, escarlata quedó. Y yo, viendo que aquel hombre murió de amor, prometí que jamás vería la luz del sol. Ahora huyo de ella y me contento con rezar esa vieja oración, la del hombre muerto, que ya durmió...

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