viernes, 7 de enero de 2011

El hombre y el Señor

El hombre pidió a Dios que aligerase su carga y se fue a dormir. Dios, que estaba escuchando, decidió hacerse ver y apareció en su sueño. Un campo lleno de cruces apareció ante la vista del hombre y dijo Dios: Hombre, elige una cruz y que sea esa la que cargues, porque siempre ha de llevarse una cruz, que al morir, te revelará si el camino que elegiste es el correcto, allí está tu libertad. El hombre vio mu chas cruces, organizadas de la menor a la mayor y, en un acto de inteligencia, tomó la más pequeña. Dios entonces le miró con una sonrisa, que fue desvaneciéndose mientras el hombre la echaba sobre su hombro y el hombre, que en su sagacidad vio el cambio de gesto, preguntó: ¿Qué pasa Señor, por qué te cambia la cara? Dios entonces contestó: porque la cruz que tomaste no es la tuya y siempre debe ser la tuya la más pequeña. El hombre dijo: ¿Entonces te equivocas en tu juicio, tu, que eres la perfección? Y Dios calló, porque su cálculo no era preciso, mientras un hombre no recibía su lección.

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