Recuerdo cuánto te amaba, ¿sabes?, siempre fuiste un sueño mío. Recuerdo que en aquel entonces no era tu cuerpo escultural y usabas pantalones viejos. Viene a mi mente ese día en que dije que ese tipo estaba ebrio y me preguntaste si el ebrio no sería yo, a lo cual repuse que no bebía entre semana. Me acuerdo de tu cabello marrón oscuro, casi negro, corto, que llegaba como al cuello y ese brillo que alguna vez quedara en la chaqueta que te presté, porque tenías mucho frío esa noche y yo me creía un caballero. Recuerdo que era incapaz de mirar más abajo de tu cinturón; me conformaba con la línea que formaba el pantalón sobre tu vientre, no muy plano, pero siempre hermoso. Me acuerdo también de tus ojos negros y tu voz, con un ceceo raro que daba a tu aspecto de niña, de estudiante de colegio, un toque de ternura y simpleza, de sutil delicadeza en tus formas, al hablar, al moverte, al cantar o al calentar con tu violín...
Regresa a mi mente la imagen de aquel que no quería que tocaras, aunque nunca lo conocí lo odiaba, porque era antinatural que no tocaras, que no expresaras en tu arte la música que corre por tus venas. Recuerdo el camino por el que me acompañabas en las noches de martes y jueves, si mal no recuerdo, de regreso a casa, tu forma graciosa entre mi chaqueta y los ridículos del profesor, que hacía que cantásemos al viento; tus cuerdas sonando al aire y al compás de cuatro cuartos cuando tu maestra mandaba ir a los ensayos.
Y luego la noche de Soda Stereo y la educación musical, ¿te acuerdas?, salimos temprano porque había fiesta en esa casa y nos quedamos hablando hasta que tu mamá te mandó entrar...Quizá allí nació todo esto, un sentimiento raro de amistad sobrepasada o de amor escondido entre acordes de Vivaldi y Fito Páez. Después de conté de mi amor imposible de semana santa, el que me persigue en sueños y en rotas ilusiones de sueños de papel y ceniza gris de miércoles en cuaresma... Me escuchaste y apoyaste, mientras sufrías por el tal Felipe que jugaba contigo y decía que no sabías besar... Y luego estábamos todos cantando porque así tocaba, y tu tocabas violín y yo flauta y xilófonos, y metalófonos mientras cantábamos a Silvio esperando al mágico Abril...
Luego mostraste tu talento y te perdiste, porque estabas en la orquesta y yo empezaba con las cuerdas, cantando a Tito Puentes y Charly García en un loco arreglo de salsa y rock sin baterías o guitarras, o percusiones latinas, sólo flautas y maderas percutivas...
Y luego yo me perdí y te mandé a preguntar con mi amiga loca, y contestaste y me diste tu teléfono y hablamos, largo y tendido, de lo que era el desamor, y te hice la broma de doble intención y casi me golpeas, pero estabas comprometida... Y después creciste y fuiste más hermosa y mejoraste en todo aspecto. Y yo me estanqué y aquí estoy, pensando en el pasado y recordándote, sin alguna vez poder tenerte...
O, quizá, sólo seas un sueño y nada de esto sea real, quizá me encuentre despierto en algún lugar y te confunda con otra persona, o estés tu soñándome, mirándome en tu mirar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario