miércoles, 15 de diciembre de 2010

Cuarto centenario

Ya eran cuatrocientos años. El hombre despertó en un presente de instantes en que ya no está, obsesionado con el vacío eterno del amor sin amor que es unilateral, de la historia del eterno enamorado que jamás logra su objetivo y con la mente sobre la pregunta acerca de qué es al amor. Cien años de pensar en amores de muejeres de pueblos lejanos, de cielos azules que recuerdan negras miradas; de blancos pueblos y casas viejas en caminos para tomar desiciones importantes, como morir o vivir y responder de manera inexacta a la pregunta del amor. El hombre pensó que no bastaba un testamento o una suicida carta causante de muerte para saber que el amor es sólo una muestra de la codicia, de la inmensa avaricia de desear una mujer que jamás se va a obtener y, en caso de hacerlo, no es el amor más que muestra del aburrimiento que genera un acto repetitivo, no es más el amor que una muestra de la supremacía del poder tiránico de las pasiones sobre la razón; no es más el amor que la falta de control y de compromiso.

Los últimos cien años fueron de filosofías y recuerdos de amores no sinceros, y de una absesión enfermiza con la muerte y los paisajes. Los páramos y pueblos que recuerdos evocan en la mente del viajero, y una dama sedienta de besos de muerte en la noche obscura e indemne. Noches de verano que recuerdan odio, odio enfermo y celoso de no tener lo que se quiere y ser objeto de pasiones, de amores pasionales y fallidamente extraños. Paradojas y fantasmagoría de gente que no espera ver el mundo con más ojos que los de la generación de los sueños rotos; una ilusión falta de sentido que recuerda a la mujer altiva y recordada en el duelo y testamento de aquél que con su vida acaba.

Cien años ya pasados de amores infieles y un sólo amigo: el eterno perro compañante que a su lado llegó un día, de esos últimos cien años.

1 comentario:

  1. Una pena de amor y una compañía leal, son mas largos los años cuando solo contamos con esos elementos... pero como cada día, siempre se olvida.

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