jueves, 16 de diciembre de 2010

El reflejo

-¿Qué hace que la mente se obsesione con una idea de amor perdido en una madrugada? 

No lo sé- responde el reflejo- quizá sea una ilusión que viene de libros de Goethe y poemas de Benedetti, de Neruda un verso y de Nervo una estrofa; el problema es haber interiorizado todo esto, un mundo de ideales y querer aplicarlos en la triste realidad.

-¿Y qué sabes tu de la realidad si te estoy imaginando?, ¿qué tanto debo creerte si no eres más que mi reflejo dibujado en el espejo en una noche de locura? No eres tu más que mi imaginación jugando a volverme loco, tan real eres como su amor por mi en una noche de cartas con palabras vagas de amor eterno...

-¿Y quién eres tu- pregunta el del espejo- para afirmar lo que es real? Tan sólo un humano eres, limitado por el tiempo y el espacio, limitado por tu esclava libertad y esclavizado por tus sensaciones, no eres tu más real de lo que yo, insignia de tus ideales, puedo llegar a ser. Soy yo quien aparece detrás de tus ojos cuando sonríes mirando al mundo con la alegría del recién nacido, es mi realidad la que te eleva el pensamiento y saca lo mejor de ti en eternas melancolías y en desvaríos cuerdos: soy el resultado de tu existencia.

- ¡Basta!, no eres tu más que mi miedo, no eres más que el lado interno que cruza mi silencio con mirada profunda, eres irreal y por eso quiero que desaparezcas.

- No intentes luchar con tu interior muchacho, no soy yo más que la huella que dejó en ti ese amor. Soy el soñador que creaste para ella y quien soporta tu dolor; soy tu corazón roto en mil pedazos y el fénix de redención, quien da la cara por ti en la más cruel desesperación y quien guía tus instintos por caminos inesperados, dejándote alegría y sufrimientos, enseñándote a vivir.

- ¡Falso!, no eres tu más que una fantasía, una fantasmagroría ilusa que pretende hacer que mi cordura evada los límites de la realidad, estoy hablando con una imagen del fracaso al que he llegado, no te necesito.

El hombre entonces tomó la silla en sus manos y se abalanzó contra el espejo. El espejo voló en pedazos que se esparcieron por el suelo y el sudor de la frente del hombre cayó al suelo.

Al día siguiente, se encontró un cuerpo del que emanaba ya muy poca sangre, con una mirada desorbitada y de ensueño, del otro lado del espejo.

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