miércoles, 8 de diciembre de 2010

El pueblo y la mujer.

Pueblo indemne e impasible,
que, tras años de dejarte,
me persigues, lentamente,
suplicando no dejarte.

Pueblo blanco, pueblo viejo,
que tras horas de sosiego
despiertas melancolía,
en mi alma imperturbable.

Te recuerdo como antaño,
con tu iglesia destruida
y tu clínica a medio hacer,
con tu falta de progreso.

Evoco tu cielo azul,
tus caminos de herradura
y el reflejo de sus ojos
bajo el blanco de la luna.

Tu sonrisa imperdonable
y tu silueta tan sensual
de sueños colman mi alma
y de tristeza mi vida.

y al fin logro comprender:
en tu mirada, siempre vil,
como bien lo decía Wilde,
reflejado en ti me vi.

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