sábado, 11 de diciembre de 2010

Fantasmagoría

Te siento, y en tu aire de mujer altiva, veo la mirada del fuego que derrite el hielo de corazones inusitados en el arte del amar. Te veo y siento el escalofrío de la muerte enamorada que atiborra mi memoria de pasión desenfrenada y de amores imposibles, de lujuria poderosa y de sensibilidad artísticamente deficiente. Te recuerdo y sólo veo, entonces, una blanca tez de gris atuendo, levitando por la alcoba, caminando por el aposento en que se sentara el crepúsculo a mirar la noche alzarse. Te describo y miento, en la cara de la suerte y su rueda, trágica en su fin, acuño mi destino, mi horizonte se devela en una nube de comedias y epopeyas, y me siento poderoso mientras la tarde revela que regresas, en ese momento la verdad releva la fantasía de comedia y todo llega a su final... Final de tragedia romana, fútil, sin esperanza y de bajo talle: que me lleve la muerte mientras sigas caminando.

2 comentarios:

  1. ¿Existe quien pueda decir que no tiene fantasmas en su vida?

    Muy bueno.

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  2. gracias, no lo había pensado con esa acepción.

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